3.12.11

qué espirales mentales ni qué la chingada

Es tan ordinario que la muerte de quien no la desea sea la pena de quien para sí la desea. Cuando todo son circunstancias, circunferencias circunstanciales, cajas mentales, desodorantes y antigripales, alergia al polvo. ya nada me da risa. unas canicas en los labios. qué espirales mentales ni qué la chingada. Le pregunté que cómo se llamaba, me contestó: qué te importa. Teresa se llamaba la nana de mi papá, que luego fue la mía, a ratos. Veinte años vivió en casa de mi abuela, luego se regresó a su casa, “me voy a cuidar a mis borregos” me dijo. Yo estaba muy contrariada porque no entendía como a mi prima se le hacían esos hoyitos en los cachetes cuando se reía y a mí no. pero me acuerdo que cuando se fue Teresa estábamos todos ahí ¿a quién vamos a encontrar ahora que aguante al abuelo? Decían todos. Y el abuelo le dijo a mi abuela: “ándale ya, sírvenos de comer”. Y comimos. Mi primo otra vez fue el último, así pasaba cada vez que había hígado de cenar, no podía. se quedó sentado, todos terminamos, nos fuimos levantando, quedaron mi abuelo y mi primo, como siempre. “acábate eso ya” le dijo… me acuerdo que yo oí como el gruñido de un dragón viejo y mi primo se soltó en llanto y yo vi como a mi abuelo se le incendió la cabeza pelona como cerillo y empezó a gritarle “no llores!” “no llores!” “no llores!” “maricón, maricón, maricón, maricón, maricón maricón, maricón, maricón, maricón, maricón, maricón ….” no paraba mi abuelo, y estábamos todos ahí, Teresa se acababa de ir, pero parecía que habían pasado meses, yo miraba a mi abuelo gritar y la cabeza pelona se le prendía como cerillo… y me acuerdo que grité: maricón tú! Y mi mamá corrió hacía mi, me cargó, y mi abuelo en lo que se le levantaba, todo se quedó quieto y mi primo ya no lloraba, no se oía nada, ni un ruido, ni de la calle, ni del departamento de arriba, ni de ningún lado. Me hice pipí encima de mi mamá y el vestido que me acababa de hacer mi tía. miré a mi primo, ya no estaba llorando, y a diferencia de todos los demás que ahí estábamos, ya no estaba asustado.

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