3.6.10

MUSICFILIAS 2


Ella

Salió del metro por esas escaleras interminables de la línea naranja. En un par de minutos se había hecho de noche. Estaba nerviosa pero no podía quitarse los audífonos, llevaba todo el día con ellos puestos, sólo así podía ir partiendo cada sonido de la canción que intentaba memorizar. La regresaba una y otra vez, la desgajaba y la saboreaba como mandarina.

Vio el mensaje en el teléfono, estoy frente a la comex que esta cerrada. Ella del otro lado de revolución en el semáforo, empieza a escribir, estoy del otro… no termina, cierra el teléfono. Se quita los audífonos. El semáforo en eterno rojo. Revolución a las siete de la noche, coches desfilando uno detrás de otro, cada motor una nota, y el espacio entre uno y otro acomodándose como silencios, ella mezclando lo que le quedaba en la cabeza de la canción y esa orquesta citadina. El semáforo en eterno rojo. Ella viendo la calle, el coche del otro lado estacionado y él esperándola recargado de espaldas, veía su cabeza, la comex cerrada.


Pasó un trailer, pasaron dos, un pesero, un tsuru, una Cherokee, un taxi, un chevy rojo, una moto. Pasaban todos con cadencia, uno, dos, tres, fa, sol, mi… ella sólo escuchaba la música. No podía dejar de sonreír.

Atravesaba la calle con los ojos cerrados y pudo ver como el coche azul que hacía sonar su claxon desesperado desde hacía rato, la atropellaba. Vio su cuerpo volando a un par de metros del piso y cayendo desguanzado haciendo el sonido que hace una moneda que cae en un pozo. Él de espaldas, voltea al oír el golpe y ve los coches que paran, la gente que se baja, una señora que llama desde su celular… un bulto en el piso, a lo lejos. La sigue esperando. No sabe si ir, hay mucha gente , ya la ambulancia debe llegar pronto piensa. Él sigue esperando. La ambulancia llega. saca su teléfono y llama. Nada. El buzón. Se para en la banqueta y voltea a ver a su alrededor. la ambulancia se va, el coche azul sigue ahí, la policía, el de la gasolinera de enfrente. Vuelve a marcar y nada. Revolución empieza a ser el mar de coches que era hace apenas unos minutos. Se sube al coche, espera un poco más y luego se va.

La luz del trailer que se para en el semáforo le da de golpe en la cara como si le hubieran prendido la luna frente a los ojos y ella voltea a su alrededor, sigue ahí, del otro lado de la calle, con los audífonos puestos. y el coche sigue estacionando allá, sigue viendo su cabeza y la comex cerrada. El semáforo cambia y cruza . se va tocando las piernas mientras camina para ver si si está ahí… ya se hacía en la ambulancia. Hasta había sentido cómo los huesos de la cara le tronaban cuando se estrellaba en el piso, estaba empezando a sentirse relajada, la sangre no la asustaba se sentía calientita, podía ver sus huesos rotos, la pierna volteada al revés y nada, no le daba miedo, sonreía… ya nada puedo hacer pensaba… respiraba tranquila. Se sentía derritiéndose en la vida como mantequilla, y se acordaba de lo rico que podía saber un mousse de mango en un medio día caluroso.

Pensó que estaba por fin muriendo y la luz del trailer en el semáforo le recordó que solo estaba cruzando la calle y que la música es lo que más se puede llegar a parecer a ese que le dicen Dios.

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